Ermita Nuestra Señora de la Vega
El emplazamiento actual puede suponer un espacio en el que estuviera un importante cenobio que tomara impulso en la época de la repoblación. Son varios los testimonios que en el entorno certifican este tipo de establecimientos promocionados por las familias dominantes en el territorio.
De hecho, la primera mención escrita de la población conservada ya hace referencia a un templo localizado en el que se encuentra la actual edificación. Se trata del documento referido de, Pero Ansúrez de 1114.
Un nuevo documento, fechado en 1275, hace referencia «al monje y sacristán de Santa María de la Vega» lo que abre la posibilidad de que en esas fechas se localizaba allí un Monasterio.
La función espiritual de los primeros momentos viene confirmada por la aparición de restos románicos. Se habla de ermita por primera vez en 1520 en el testamento de Teresa Tubilla, lo que indica un cambio en su función cultual.
El edificio debió reconstruirse, entonces, sobre los restos de una construcción anterior y es resultado de diferentes intervenciones llevadas a cabo en distintas épocas.
La mayor parte del templo actual hay que datarlo en la transición de los siglos XVII y XVIII. Se trata de una recia obra de piedra con sillarejo y mampuesto. Su planta presenta planta de cruz latina con una sola nave dividida en cuatro tramos con crucero marcado en planta y testero plano.
Se cubre con bóveda de cañón con lunetos rectangulares sobre fajones en los dos tramos centrales, la capilla mayor y el coro, otra bóveda más en el sotocoro y el crucero se remata con una vistosa cúpula. Todas las cubiertas se decoran con yeserías de estética dieciochesca muy reformadas en las obras de la segunda mitad de la década de los 80 del siglo XX, que rescataron el monumento de la ruina.
Un nuevo documento, fechado en 1275, hace referencia «al monje y sacristán de Santa María de la Vega» lo que abre la posibilidad de que en esas fechas se localizaba allí un Monasterio.
La función espiritual de los primeros momentos viene confirmada por la aparición de restos románicos. Se habla de ermita por primera vez en 1520 en el testamento de Teresa Tubilla, lo que indica un cambio en su función cultual.
El edificio debió reconstruirse, entonces, sobre los restos de una construcción anterior y es resultado de diferentes intervenciones llevadas a cabo en distintas épocas.
La mayor parte del templo actual hay que datarlo en la transición de los siglos XVII y XVIII. Se trata de una recia obra de piedra con sillarejo y mampuesto. Su planta presenta planta de cruz latina con una sola nave dividida en cuatro tramos con crucero marcado en planta y testero plano.
Se cubre con bóveda de cañón con lunetos rectangulares sobre fajones en los dos tramos centrales, la capilla mayor y el coro, otra bóveda más en el sotocoro y el crucero se remata con una vistosa cúpula. Todas las cubiertas se decoran con yeserías de estética dieciochesca muy reformadas en las obras de la segunda mitad de la década de los 80 del siglo XX, que rescataron el monumento de la ruina.
Sacristía
En el muro de fondo del crucero de la Epístola se sitúa una capilla que ha tenido diferentes funciones a lo largo de la historia y en la actualidad es la sacristía del templo. Su planta es rectangular y se cubre con bóveda de cañón, similar a las de la nave central de la iglesia y abre un luneto en su lado largo del fondo.
Exterior
Al exterior se observa un husillo cilíndrico en el muro de la epístola y el cuerpo de la capilla – sacristía que prolonga el crucero en ese mismo paramento. Al otro lado se ubica el cementerio.
Su fachada, realizada con posterioridad a la obra de la nave, es de sillar bien escuadrado. Su estilo es muy romanista, con todos sus órdenes clásicos perfectamente dispuestos. Se estructura en cuatro cuerpos, los dos superiores rematados con espadaña de frontón con sus huecos para campanas.
El cuerpo intermedio presenta un óculo y una hornacina y el inferior una sobria entrada con arco de medio punto. En atención a la fecha labrada sobre la hornacina, debe situarse su construcción hacia 1699, momento en el que algunos documentos certifican poderes para buscar distintas financiaciones para la obra.
CATÁLOGO MONUMENTAL
Crucero
Nave del Evangelio
Se localizan tres lienzos en la pared del fondo. En el centro un Calvario de la segunda mitad del XVI, flanqueado por las representaciones de San Andrés y San Juan, ambos del XVII y que parece pertenecieron a un apostolado. En el muro cercano al altar un San Isidro Labrador del XVIII de buena factura, dorado con rica decoración barroca.
Nave de la Epístola
En el muro de fondo tres lienzos. El central, más grande, con el tema de la Circuncisión y a los lados un Llanto por Cristo Muerto y una representación de los apóstoles con Cristo en la Barca Divina ambos de estética decimonónica, obra del Mucenteño Luciano Sánchez Santarén.
Apoyadas en el muro de cierre del altar, dos tallas de pequeño tamaño, una Santa Teresa del siglo XVII y un San Blas, de finales del XVI.
Capilla Mayor
Preside la capilla Mayor el retablo de Nuestra Señora de la Vega. Realizado en la segunda mitad del XVIII, presenta un cuerpo central que cobija la imagen de la titular, del siglo XVI, bajo un arco de medio punto. Su ático muestra un tondo con el relieve de la visión del Cáliz en el Huerto de Getsemaní y como remate un pequeño crucifijo de la primera mitad del XVI.
Destaca el Sagrario del con un relieve representando al Cordero y el estandarte de la Resurrección.
A los lados las imágenes de Santa Lucía y Santa Águeda de 1605, realizadas por Pedro de la Cuadra.
Cúpula
En sus pechinas se sitúan unas pinturas representando a los evangelistas con sus símbolos identificativos, en una estética propia del XVII.
Sacristía
Se localiza una estatua de San Antonio Abad de finales del XVI
En su techo, decorado con cajas de líneas quebradas en sus esquinas y remates en cuadro, que se rellenan con pinturas, que se encuentran en mal estado de conservación.
En la parte central de la bóveda tres imágenes de pequeño tamaño, de San Pedro, Cristo y la Virgen. En las zonas esquinadas de caída del muro las imágenes de San Lorenzo, San Bartolomé, San Miguel y San Esteban, realizadas con la misma técnica de mayor tamaño que las del centro.
Remata el programa en los lados cortos del espacio dos escenas más, el Calvario y el Bautismo de Cristo.






















